Después de mucho pensar y, sobre todo escribir, he terminado “mi libro” sobre lo que, junto al marketing, más me apasiona que es la Comunicación Eficiente, “Qué Fácil es Hablar y Presentar en Público, si conoces los  si sabes los + 500 Consejos, Secretos, Trucos, Citas y Estrategias”.

Portada del libroBoceto de la portada del libro.

Este verano…  ¿Qué te parece si cada semana te adelanto una píldora de lectura del libro? Y me gustaría que me dieras tu opinión, si te apetece comentarlo.

 

¿Cómo las personas pueden tener tanto miedo a hablar en público?

Todos hemos visto lo que sucede, tropezando con palabras, las terribles dudas o quedarse en blanco, haciendo que la audiencia se retuerza en sus asientos o, simplemente, desean que el orador o la oradora se lo tragara la tierra.

Algunas personas tratan, en la medida de lo posible, de evitar hablar en público a grupos amplios de personas. Otros pasarán de promociones laborales que requieren hablar en público. Incluso puede llevar a elegir una carrera que no tenga que hablar en público, en lugar de lo que ellos realmente desean.

Otros no irán tan lejos, pero evitan hacer presentaciones o hablar en una reunión. Puede incluso, deliberadamente, llegar tarde, con la esperanza de perder las presentaciones habituales, “Hola, uhhh… Soy umm J J Juan…, lo siento por llegar tarde”. Una actuación poco afortunada.

El temor de ser rechazados o tener “miedo” de ser ridiculizado, avergonzados o juzgados. También tenemos miedo de ser excluido de un grupo social. Igual que hace 60.000 años cuando podíamos ser rechazado de la tribu y nos condenaban a ser devorados por el tigre de dientes de sable.

Tigre diente de sable

Tigre Diente de sable

Hay que recordar que todo el mundo se pone un poco nervioso. Es cómo controlas tus nervios lo que importa:

Ansiedad a lo desconocido, a la incertidumbre es lo que hace a la gente tener pánico.  Si vences a la incertidumbre, menos nervioso estarás.

Motivos por los que puedes tener Ansiedad…

  1. La autoconciencia frente a grupos grandes o grupos de personas que no conoces. Que no te agobies con el tamaño, son personas como tú, míralas a los ojos con un efecto faro para que todas se sientan que les estás hablando en persona. Si las personas no las conoces, vete algo más temprano y habla con la audiencia, incluso interactúa con ellos, es lo que hace el fundador de Virgin, Richard Branson, que se imagina que la audiencia está en el salón de su casa.
  2. Tienes ansiedad a parecer nervioso. Nadie se da cuenta de tus nervios, a no ser que manifiestes que estás nervioso. Sobre todo ¡¡no lo digas!! Si lo dices tú crees que te sentirás mejor porque la audiencia será “amable” y no es así, no han venido a escuchar a un orador que no está a la altura.
  3. Te preocupas que otros te estén juzgando. Eso siempre lo hacemos, es lo normal y lo lógico, tú también lo haces. Trata de ayudarlos en el tema que estás hablando. Hazles preguntas, háblales por su nombre, haz que se sientan tranquilos y que confíen en ti, te juzgaran de forma positiva.
  4. Te viene a la memoria fallos pasados. Sí, posiblemente la fastidiaste, vale y ¿qué? Los fallos son parte del aprendizaje, ahora sabes más y mejor y lo más importante estás aprendiendo a reírte de ti mismo. Yo cuando tengo un fallo me digo: “Ya sé cómo no hacerlo la próxima vez” y paso página lo más rápido posible.
  5. Has tenido una preparación deficiente o insuficiente. Te crea mucha inseguridad si no le has dedicado el tiempo necesario a preparar tu presentación o discurso. De esta forma es normal que le tengas ansiedad a hablar en público La solución es sencilla, dedícale tiempo a tu discurso, a tu presentación, empieza con tres semanas antes, déjalo reposar y afina. Cuanto más preparado estés, menor será tu ansiedad a enfrentarte a tu audiencia. A más preparación, más tranquilidad y menos ansiedad.
  6. No estás satisfecho con tus habilidades de oratoria. Vale, nuestro sistema educativo no te ha preparado para hablar en público y hacer presentaciones. La noticia buena es que se puede aprender estas habilidades. Busca un curso donde aprender y mejorar tus habilidades, no esperes más. (Cuña publicitaria: mira los cursos que organiza Clinic Marketing, al final de este libro tienes donde encontrarnos).La buena Noticia: El temor a hablar en público libera adrenalina y te hace estar despierto.
  1. Malestar por tu cuerpo. No estás contento con tu cuerpo y estás más pendiente de ti que de tu audiencia. Y te hace perder tu concentración en ayudar a tu audiencia. La audiencia te acepta tal como eres, hazlo tú también y disfruta.
  1. No memorices todo, vas sonar como un robot monótono. Una charla o presentación a diez o cien personas debe ser hablada, no leída o memorizada. Escriba tu presentación para la oreja, para ser hablada. Lees en voz alta como tú escribes. Si no suena bien, generalmente no está bien.
  2. Haz una charla breve, algunas de las mejores charlas que he escuchado han sido cortas. Se necesita más trabajo para escribir una charla o presentación corta que una larga. Cortar, cortar y editar. Hacerlo apretado, directo y al punto. Tu audiencia te lo agradecerá por ello.
  3. Practica tu presentación: grabarla y vuelves a reproducirla. Escúchate a ti mismo. Vuelves a editar tu conversación y grábala otra vez hasta que estés satisfecho. Te ayudará a poner brillo en tu oratoria y haces que tus palabras surgen naturalmente. Además, construirás tu confianza tanto como la práctica. No olvides practicar más en los puntos o palabras que sean pegajosas, es decir, que te cuesten más trabajo.

                «El “miedo” siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.»

Tito Livio (59 a.C – 17 d. C)

  1. Mantén las apariencias, la gente te empieza a juzgar desde que te ven. Algunos decidirán antes de que abras la boca si te van a escuchar. Lo que ven, tu presencia (o falta de ella), todo juega un papel vital. Presta atención a tu apariencia, te ayudará a construir tu confianza.
  2. Cálmate, sabiendo que has hecho la mayor parte del trabajo, la preparación, te ayudará a controlar los nervios. El resto es de confianza y un sentido de autoridad. Deja de pensar de ti y en tu ansiedad. Recuerda que la audiencia quiere que tú tengas éxito.
  3. Obtener la aprobación es lo que todos queremos al presentar y tenemos ansiedad de no conseguirlo. Eso es lo que nos pone más nerviosos. Justo antes de empezar a hablar, pausa, hacer contacto visual y sonreír. Te relajas tú y tu audiencia más. Obtendrás un sentimiento de aprobación y te dará tiempo para relajarte y tomar el control.
  1. Inicio fuerte, tu apertura es la clave para captar toda la atención de tu audiencia. Siéntete tranquilo, a gusto, con alegría por estar allí. Verás a tu audiencia visiblemente relajarse, se dan cuenta de lo que van a asistir a una buena presentación y, a su vez, se relajan más. Por cierto, no te preocupes, en este libro verás más de 10 forma de iniciar un discurso o presentación con éxito.
  2. Tienes malos hábitos de respiración. A menos que hayas sido entrenado como actor o cantante, probablemente no sepas cómo respirar para hablar (no te olvides de hacer tus ejercicios de respiración). Hablar en público requiere más aire que la “respiración vegetativa”. Además, debes controlar tu exhalación para mantener el sonido hasta el final de tu idea. La respiración diafragmática es la manera de hacer todo esto. También es ideal para calmar tu corazón galopante. Por cierto, fumar no es nada bueno para nada y menos para tu voz.
  1. No te compares con los demás. No lo hagas. Tu trabajo nunca es ser un “excelente” orador. Es ser interesante cuando hablas de tu tema o pasión. Eso es. La buena noticia es que nadie, en todo el universo, puede hacer eso tan bien como tú, porque eres la persona que lo cuentas. En verdad, tú eres la persona que han venido a escuchar.
  1. ¿Cuántos “miedos” tienes?

– “Miedo” a equivocarte. Ya como todos nos equivocamos.

– “Miedo” de olvidarte algo. Tienes tu lista de temas, mírala.

– “Miedo” de no saber responder. Divide la pregunta y responde lo que sabes. Reformula la pregunta a la persona que te la ha hecho o lánzala a la audiencia. O decir que no lo sabes y que vas a investigar para averiguarla (después le pides e-mail para darle la respuesta).

– “Miedo” hacer el ridículo. El ridículo no existe, es tu percepción. Tú eliges. Yo elijo no hacer el ridículo y me río de mí mismo.

La ansiedad es más fácil de controlar que el miedo real.

Una cosa más… Recuerda que cada gran orador comenzó como un pobre orador. Lo que es un éxito será tu disposición a tener una oportunidad, prueba de nuevo y ves cada oportunidad como un paso de convertirte en un mejor orador.